Llega a la quietud en tu cuerpo permitiendo que el suelo te sostenga.
Recuéstate boca arriba, con los brazos extendidos a los costados y los ojos cerrados. Desacelera tu respiración, relájate y permítete sumergirte profundamente en la conciencia de tu cuerpo físico.
La respiración lenta y controlada, los ojos cerrados y recostarte sobre la espalda le comunican al sistema nervioso que es seguro relajarse y volver a un estado de descanso.
Acuéstate boca arriba, extiende tus extremidades como una estrella de mar y siente el piso bajo tu cuerpo.
Concéntrate en la sensación del suelo que sostiene tu cuerpo y ve liberando la tensión con cada exhalación.
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